Aquellas cartas de amor, con esa sinceridad, que llegaban al alma, que decían tantas cosas, que profundizaban en la verdad, en la emoción, en el sentimiento, ella escribía una y otra para él, en aquellos años de una guerra, y nunca le daba una contestación, se sucedió la contienda, y ya no regreso, Esmeralda, que así se llamaba, lloraba, y ya no le quedaban lágrimas, no entendía, le amaba desde lo más profundo de su corazón, y no pudo ser, Andrés, ese amor, ese pensamiento, esa claridad que un día apareció en su vida, se fue, y a ella sólo le quedo, ese beso apasionado, cargado de emotividad, cargado de una inolvidable huella, y ese abrazo de protección, de sinceridad, de dulzura, de ternura, de duende, que era un cúmulo de poesía, de canción, que era lo único de ese momento, porque no había otro momento, aquellas idílicas cartas de esa nostalgia, de esa pureza, de ese encanto, que plasmaba sueños que se hacían realidad, y el tiempo los borró, pero a Esmeralda, nunca, de su pensar, y siempre en su caminar, los años sucedidos, y conoció a Eloy, se convirtió en su marido, en el padre de sus dos hijas, y una mañana, junto a su nieta, Eloisa, en ese baúl de recuerdos, volvieron a salir esas cartas de amor de Esmeralda, para Andrès, por ese amor infinito, que los dos sintieron, en esa adolescencia, en esa juventud, y que el destino borró, para ser una esencia plasmado en otro tintero de la esperanza en el sentimiento...Feliz martes amigos, los sentimientos mueven esa mente, ese espíritu, esa fantasía que alguna vez es realidad.
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