En esas tardes de sol, de esa adolescencia, subida a la casa de ella, esa vecina, esa amiga, ante el sentido del humor, su sentido del humor, echo de menos nuestras charlas, de ese café ante la tarde, durante catorce años, las anécdotas, las risas y sonrisas, nuestros momentos, allí en ese salón, los tres, eran tiempos de esas veladas alrededor de la mesa camilla, entonces, nos parabamos a pensar, a contar, a narrar, era lo que importaba, estábamos bien, nos sentimos con el alma en nuestra alma, cuantos recuerdos, los minutos de una felicidad compartida, la sombra en la única motivación, los rostros de alegría, el aroma, la añoranza, los secretos al oído, hoy añoro todo aquellos, porque en este siglo de la actualidad, cuando ya hay tantas ausencias, y se ha ido esa emoción, esa sensación de estar muy bien, hoy parece que ya no hay tiempo, para nada, para imaginar, para observar, para sentir, en el amor, en los sentimientos, parece ser que tenemos miedo a que nos hagan daño, y seguimos con esa coraza, mi voz de la inspiración, me dice, que hay que dejarse llevar, hay que dejar las dudas a un lado, y demostrar como somos, con esa autenticidad, con esa claridad en nuestro interior, parece que aquellas tardes de sol, quedaron en el recuerdo de una nostalgia, dónde todos eramos, y hoy nadie está, predomina la superficialidad, sin parar un minuto a pensar, a visualidad, nos queda ese pensamiento, esa nueva idea, en la forma, en la imagen de una ùnica esencia, la nuestra...Feliz domingo, amigos, añorando esas tardes de sol, de un domingo a las tres ante ese alrededor de esa mesa camilla.
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