Aquella señora Elisa, esa dulzura personificada, la ternura, una persona maravillosa, con una vida llena de humanidad, de sensibilidad, una sonrisa maravillosa, una simpatía que nunca podré olvidar, una vida dedicada a la enseñanza, le encantaban los niños, transmitía esa ternura en su filosofía de ese alrededor, su matrimonio por amor, nunca llego a tener a sus propios hijos, nunca pudo ser, la recordaré el resto de mis días, era de esas señoras con un don especial, nunca se enfadaba, siempre estaba bien con todo el mundo, era joven de espíritu, de pensamiento, de sentimiento, nos deja un huella imborrable, fue una vecina maravillosa, fue bonito conocerle, porque sabía ser en cada momento, en cada segundo de su existencia, se ha ido a los noventa y nueve años, tras haber vivido emociones, motivos, anhelos, enriquecida de cultura, de amigos, de familia, y de esa alegría interior y exterior que siempre le acompañaban en su rostro, y en su forma de ser, gracias, por haberla conocido, hasta siempre, Elisa.
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