La llegada de un adiós, dónde se llenan
los ojos de lágrimas ante la partida a un lugar diferente con otras calles,
otras gentes, partiendo de cero, no queda otra, atrás quedarán los recuerdos,
los anhelos emotivos, los besos sin final, los abrazos incorporados, y al
llegar a esa ciudad una casa nueva,
conocer nuevas personas, otra sonrisa en la misma sonrisa, ser natural, y dejando
al ayer en el diario del ayer, intentar vivir ese presente, sin miedo al
futuro, recuerdo aquel tío Eloy, que partió a Francia en busca de trabajo y
para salir de un abismo dónde se encontraba conoció a una
nueva mujer, Claudina que se convertiría en su segunda esposa, y seguidamente
sus hijos fueron a vivir unos a Burdeos, otros a diferentes pueblos, y
comenzaron a plantar raíces en esos sitios, y ya con mujeres, hijos y trabajos
nos venían a visitar y ante esas situaciones no queda otra y es el momento de
coger ese toro por los cuernos, tomar el impulso y decir adelante, en nuestro
país con la llegada de la crisis cuantos jóvenes se irán unos a las ciudades
europeas, otros hacia América, India o dónde puedan y harán como aquel
recordado tío, trabajaran, comenzaran a echar raíces, y sus vidas cambiaran,
añoraran a España, pero hasta que esta pesadilla no termine y comience a verse
el sol por el horizonte que será dentro de unos años pronto o tarde, tendremos
que ser positivos y secarnos esas lágrimas de impotencia y pensar que el miedo
paraliza y es necesario plantar cara a todos los acontecimientos que pasen por
nuestra vida, y esa llegada del adiós, se convierta en esperanza, ilusión y
felicidad…
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