En
las marismas a bordo de aquel barco, me paseaba en una mañana de verano en
compañía de mis amigos, había llegado el mismo día para esa ciudad de costa tan
sumamente maravillosa llamada Palamós en la provincia de Gerona, es la
tranquilidad el poder respirar ese aire puro que hace que tus pulmones sean transparentes y hasta sonrían,
yo estaba sumamente ilusionada hacía
unos días que había conocido a Michel, un chico francés, de gran simpatía y
atractivo con el que congeniaba de maravilla, parecía que para mí el mundo se
había convertido en un color de rosa, después de unos meses y unos años un
tanto negativos, quede sin trabajo, mi anterior pareja ya no me llenaba y tuve
que tomar una decisión drástica o cambiaba de vida o estaba siempre en un
callejón sin salida, y planee, tomar ese timón y tomar esas riendas de mi
existencia que era lo que tenía que hacer desde hacía meses y parece que el
Ángel de la Guarda era mi destino, pero ya lo sabemos todo el mundo tiene
derecho a equivocarse porque somos humanos ante todo y después de la
tempestad viene la calma, y nunca hay que dar nada por perdido, ahora me
encuentro en otra ciudad, más positiva, conociendo a gente nueva que me llena y
ante todo, Michel esa persona por la que mi corazón suspira y esta feliz, y continuo en las marismas de esta
ciudad de Palamós, disfrutando del momento, que es mi momento y nadie me lo va
a quitar, falta poco para la comida en
un restaurante chic, con la sonrisa en los labios y pasando continuamente las
páginas en blanco que nosotros escribimos cada dia…

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