A estas alturas de nuestra vida, en pleno siglo XXI, y
dejando atrás a personas que fueron, que dijeron, que nos hicieron, personas
que nos marcaron, que cometimos el error de dejarlas en un momento de nuestras
vidas, que más les hacíamos falta, y en estos momentos a unos minutos de las
doce del mediodía de un martes cualquiera, de otoño, soleado con el fondo frió me paro a meditar y reflexiono que hoy lo que verdaderamente importa es nuestra
felicidad por encima de todo y de todos, lo que nos hace luchar por nuestros
triunfos por el amor y los verdaderos sentimientos, por la salud, yo estoy a un
paso de irme a un centro de rehabilitación para ponerme las pilas y tener más
independencia en mis piernas y en mi vida, necesito que me orienten acerca de
mis ejercicios de rehabilitación, y me digan lo que esta bien y lo que está
mal, para ponerme las pilas y cambiar el chip, a uno mejor porque a mis casi
cuarenta y cinco años en mitad de mi cuarentena necesito ser yo misma y dejar
atrás fantasmas y gente tóxica que no me dice nada, quiero centrarme en las
cosas que me importan, mis obras, mi grupo o mis grupos de teatro, el pedir
perdón a esa persona que siempre será especial en mi vida, y en lo que me
llena, necesito ser Luz, siendo fiel a mis principios, a mi historia, quiero
dejar a un lado las criticas a nadie, sonreír, ir despierta por mi camino, y
elegir lo que me hace sentir y valorarme como persona, en estos momentos de mi
existencia, creo que voy por el buen camino, porque parece ser que lo que
siempre he querido está en mi destino, y me aporta triunfos y satisfacciones,
por lo tanto a minutos escasos de las doce del mediodía vuelvo a ser la misma
chica de siempre con sus valores, y las cosas que importan.
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